En este pasaje aprendemos, en primer lugar, que donde Dios concede privilegios espirituales espera un fruto en proporción. Nuestro Señor enseña esta lección al comparar a la Iglesia judía de sus días con una “higuera plantada en su viña”. Esa era exactamente la situación de Israel en el mundo. Estaban separados de otras naciones por las leyes y ordenanzas mosaicas, además de por la situación de su tierra. Habían sido favorecidos con revelaciones de Dios que no se les habían otorgado a otros pueblos.
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